Dado que las definiciones son la base de la razón, es preponderante definir la calidad, para después aplicarla a nuestros actos. Es sabido que esta palabra cuenta con múltiples significados. Desde hace unos años, hemos visto como diferentes autores, desmenuzan este termino en palabras. A continuación se enlistan algunas definiciones reconocidas.
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Definición del ISO 9000: “Calidad: grado en el que un conjunto de características inherentes cumple con los requisitos”
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Real Academia de la Lengua Española: “Propiedad o conjunto de propiedades inherentes a una cosa que permiten apreciarla como igual, mejor o peor que las restantes de su especie”
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Crosby: ”Calidad es cumplimiento de requisitos”
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Juran: “Calidad es adecuación al uso del cliente”.
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Feigenbam: “Satisfacción de las expectativas del cliente”.
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Taguchi: “Calidad es la menor perdida posible para la sociedad”.
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Deming: “Calidad es satisfacción del cliente”.
Como podemos observar, la calidad puede ser vista desde un contexto puramente subjetivo, siendo sujeta a juicios personales o estándares individuales de que es bueno y que no lo es.
Aun así esta, va más allá de ser un término individual; un verdadero entendimiento de la calidad engloba todo un sistema. De esta manera si analizamos parte por parte este término, desmenuzándolo por sus aspectos y/o características, dependiendo de la aplicación dada; podemos lograr domesticar este termino y hacerlo trabajar para nosotros, haciéndolo flexible y efectivo para su desarrollo en nuestras actividades.
Un ejemplo es el siguiente: Si desmenuzamos los aspectos de la calidad de un escrito, podemos mencionar: profundidad, énfasis, fluidez, claridad, unidad. Identificándolas como cimientos, podemos dar mejora continua a estas técnicas, produciendo al final lo más importante: Un escrito de calidad.
Ahora, aplicando esta visión a las actividades de mayor agrado, los juicios personales o estándares individuales se vuelven más agudos y el resultado es más cercano o exacto a nuestro objetivo.
La verdadera razón del logro del objetivo, es la relación que existe entre lo que se hace y lo que una persona es: una verdadera identificación con el trabajo que se realiza.
Por ejemplo, un chef que se identifica conscientemente con su trabajo, identifica las características y elementos de sus actividades y no da por sentado ser consciente en cada acto que realiza; enfocando de manera racional, puede identificar algunos elementos como: sabor, consistencia, aroma, temperatura, y en la medida que avance se topara con otros como la presentación, orden, cantidad etc. dependiendo de la aplicación que le de. De esta forma esta realizando su actividad racionalmente mezclándola con la intuición.
Si logramos esta ausencia de dimisión entre intuición y racionalidad, añadiendo un elemento importante como es la creatividad, el resultado seguramente cumplirá las expectativas buscadas.
Es así como en esta forma de trabajo, no se sigue solamente una línea de instrucciones de forma deliberada; gracias a la intuición, racionalidad y creatividad se van tomando decisiones a medida que se avanza en una labor, actividad o tarea. Así se logra una armonía entre el trabajo y el trabajador, entre el acto y el que lo realiza, dando como resultado la satisfacción completa de necesidades y preferencias, dando como resultado algo de calidad.
Haydeé Quijano busca con sus artículos brindar ayuda para la mejora continua a nivel personal y profesional de sus lectores. Para otros interesantes consejos: Negocio en Casa